Académico de la UA plantea estrategias para prevenir la ideación suicida en la Educación Superior

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Categoria: Facultad de Ciencias de la Salud, Prensa UA
Aspectos biológicos, genéticos, psicológicos, familiares, de historia de vida y socioculturales, serían factores que de manera conjunta pueden desencadenar manifestaciones del espectro de suicidalidad.
El acto deliberado de quitarse la vida constituye un grave problema de salud pública que afecta a individuos, comunidades y la sociedad en su conjunto, y de acuerdo con los datos del Departamento de Estadísticas e Información de Salud (DEIS) del Minsal, el suicidio es la segunda causa de muerte del grupo etario de 15 a 29 años, realidad que ha sido abordada por el docente de la UA y doctor en Ciencias Biomédicas, Rodrigo Ardiles Irarrázabal, a partir de investigaciones realizadas en el contexto de la educación universitaria.
El académico explica que, si bien no existe una causal específica que desencadena el acto suicida, sostiene que: “Es posible distinguir diferentes factores biológicos, genéticos, psicológicos, familiares, de historia de vida y socioculturales que actúan de manera conjunta, generando vulnerabilidad en la persona, esto es, mayor susceptibilidad al presentar alguna manifestación del espectro de suicidalidad, aun cuando podamos establecer elementos comunes, estos factores se manifiestan de manera única, en un determinado momento y con características particulares”.
Esta multifactorialidad complejiza las acciones preventivas para enfrentar el problema, y de acuerdo con los estudios que ha realizado el Dr. Ardiles en entornos universitarios, la pesquisa precoz es una opción eficaz. “Lo que hago yo es básicamente prevención primaria, ¿cierto? (sic). La prevención, la búsqueda activa de personas que pueden tener o pueden estar haciendo una ideación suicida, porque en el fondo, el suicidio, si bien es multifactorial tiene muchos elementos asociados”.
El acto suicida está dividido en tres fases, ideación, planificación e intento o concreción, desde esta perspectiva, según señala el investigador, es fundamental realizar el proceso de pesquisa en la etapa de reflexión inicial para evitar un desenlace fatal. “La búsqueda se hace a través de cuestionarios validados en Chile, además no es solo observar, sino que también lo conjugo con factores de riesgo, como el background, como el estrés, depresión y ansiedad, y también factores protectores como la inteligencia emocional (IE), espiritualidad y el engagement académico (dedicación del estudiante al proceso educativo)”.
Este procedimiento investigativo de exploración efectuado en la Facultad de Salud se respalda con la activación de los protocolos del Comité de Ética de Investigación Científica-UA y SENDA, que ante la eventual detección de un caso son derivados según corresponda, además, en algunas carreras se están entregando diversas herramientas al estudiante para enfrentar su situación, que apuntan a potenciar el autoconocimiento y la inteligencia emocional, especialmente orientada al control de los impulsos y estados de ánimo con características negativas.
Salud mental y drogas
No es un secreto que tras la pandemia del Covid-19 las patologías psiquiátricas se incrementaron exponencialmente, y tanto la depresión, ansiedad y estrés, pueden constituirse como factores predictores de suicidio, sin embargo, las sustancias psicoactivas también cumplen un rol preponderante según explica el Dr. Ardiles.
“Lo hemos visto tanto en esta universidad como en muchas otras a nivel mundial, hay un consumo importante de marihuana entre los estudiantes”, comenta. “Se suele vender con la idea de que ayuda a relajarse, pero cuando uno conversa en confianza con quienes la consumen, muchos reconocen que son justamente ellos los que más problemas tienen con su salud mental”. Luego reflexiona: “Entonces, ¿por qué buscan la marihuana? Para relajarse, claro. Pero terminan entrando en un círculo vicioso. No pueden estar sin consumir, y la narcotización y dependencia que eso implica es tremenda”.
El académico reafirma que el problema no responde a una percepción sobredimensionada, ya que se sustenta en datos, experiencias y en casos concretos de estudiantes que han decidido poner fin a su existencia. En estos casos, interaccionan diversos factores, siendo la prevención un elemento clave, especialmente a través de la detección temprana y la búsqueda activa. No obstante, también resulta fundamental fomentar el desarrollo de la inteligencia emocional, ya que permite identificar, comprender y gestionar las emociones, fortaleciendo competencias como la empatía, las habilidades sociales y la toma de decisiones en contextos de presión académica y vitales en general.
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